La ONU enfrenta una grave crisis financiera, ya que solo ha recibido el 13% de los fondos solicitados para 2025, lo que la obliga a priorizar y reducir sus ayudas. La organización busca asistir a 110 millones de personas en lugar de los 180 millones previstos originalmente, enfocándose en las crisis más urgentes como Siria, Sudán, Ucrania, y otros países con necesidades críticas. La reestructuración no cambia la meta global de fondos, pero sí delimita las áreas priorizadas ante la falta de recursos adecuados y la congelación de ayuda de EE.UU.

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