Desde una perspectiva macroeconómica, Mauritania ha demostrado un sólido desempeño en las últimas décadas. Entre 1980 y 2019, el país registró un crecimiento promedio anual del 3.4%, lo que le permitió alcanzar la categoría de país de ingreso medio inferior. Sin embargo, la economía experimentó una desaceleración en 2023, con un crecimiento del 3.4% en comparación con el 6.4% del año anterior que se recuperó en 2024 con un crecimiento superior al 4%.

Las perspectivas para 2025 son favorables, con un crecimiento estimado del Producto Interno Bruto (PIB) del 5.5%, impulsado por la explotación de los yacimientos de gas que comenzó a inicios del año.

El sector de servicios, que en 2022 concentraba el 52,3 % del empleo total, aún está mayoritariamente en la economía informal, con aproximadamente el 84 % de los empleos en ese sector siendo informales. Entre las actividades predominantes en esta economía informal se encuentran el comercio (que representa más del 37,7 % de los empleos del sector), los servicios como transporte, restauración y otros servicios (28,2 %), así como actividades manufactureras no formalizadas, dominadas por transformaciones agroalimentarias y confección (20,9 %). La limitación en capacidades de producción, el acceso restringido a financiamiento, y el uso de tecnologías obsoletas limitan la productividad de esta economía paralela, que también aporta muy poco a las recaudaciones fiscales del país.

En términos de inclusión financiera, Mauritania cuenta con aproximadamente 2 millones de cuentas bancarias abiertas, en un país donde la penetración bancaria aún es muy baja, situándose entre el 20 % y el 25 %. La concentración de las agencias bancarias, que están en su mayoría en las principales ciudades como Nouakchott y Nouadhibou (que acaparan cerca de dos tercios de las 310 agencias y el 78 % de los cajeros automáticos), limita el acceso de la población que vive en áreas rurales o en localidades alejadas, donde el 77 % de los mauritanos reside.

El sistema financiero de Mauritania se presenta como un escenario complejo y en evolución, caracterizado por el dominio del sector bancario y la existencia de desafíos estructurales que limitan su pleno potencial. A finales de 2020, 18 bancos controlaban más del 90% de los activos totales del sector. Datos del Banco Mundial señalan que la concentración bancaria alcanzó el 82.74% en es año, reflejando una estructura en la que un número reducido de entidades ejerce un control significativo sobre los recursos financieros. En agosto de 2024, el número de bancos comerciales se redujo ligeramente a 17.

Si bien el sector incluye también 31 instituciones de microfinanzas, 13 compañías de seguros y diversas entidades financieras públicas y de ayuda social, su influencia combinada palidece en comparación con el poderío de los bancos, que siguen siendo los principales proveedores de servicios financieros, crédito y capital tanto para particulares como para empresas.

A pesar de estos desafíos, la economía mauritana ha mostrado una notable resistencia. El sector financiero gestiona depósitos por aproximadamente 1,3 billones de euros (1.430,3 mil millones de euros) y préstamos netos cercanos a 1,1 billones de euros (1.091,2 mil millones de euros). Con una población de 5 millones de personas, en 2024 existían 2,5 millones de cuentas bancarias atendidas por más de 4,000 empleados distribuidos en 348 agencias en todo el país.

El bajo nivel de inclusión financiera en Mauritania refleja la falta de acceso a los servicios bancarios esenciales. El índice de acceso a las instituciones financieras, que mide el número de sucursales bancarias y cajeros automáticos por cada 100.000 adultos, es uno de los más bajos de la región. Esto subraya las dificultades que encuentran muchos habitantes para acceder a los servicios financieros tradicionales.

Si bien los activos totales del sector bancario representan un 45.2% del Producto Interno Bruto (PIB) en agosto de 2024, la inclusión financiera sigue siendo limitada, con relativamente pocos depositantes en relación con el número de bancos. Esto sugiere que la capacidad del sistema para canalizar recursos hacia la economía productiva está aún por desarrollar plenamente.

El acceso al crédito sigue siendo un desafío. El ratio de crédito al sector privado en relación con el PIB, aunque mostró un incremento entre junio de 2017 (21.8%) y diciembre de 2019 (33%), retrocedió a un 22.5% en marzo de 2020 y se ha mantenido relativamente estable desde entonces.

La calidad de la cartera crediticia también es un punto a tener en cuenta. El ratio de préstamos no rentables brutos (NPL) sobre el total de préstamos ha disminuido del 26.9% en marzo de 2020 al 20.6% en marzo de 2024. Sin embargo, esta cifra sigue siendo alta y sugiere que persisten los problemas en la capacidad de los prestatarios para cumplir con sus obligaciones.

A pesar de estos desafíos, la innovación en servicios financieros está en marcha. El número de portafolios digitales experimentó un crecimiento del 445% entre 2022 y 2024, mientras que el número de cuentas bancarias creció un 116% en el mismo período. Esto sugiere que los servicios móviles están ganando terreno como un medio para ampliar el acceso a los servicios financieros.

Sin embargo, el alto nivel del índice EADG (Efficiency-Access and Depth Gap) revela que existe un desequilibrio entre la rentabilidad bancaria y la promoción de la inclusión financiera. Esto indica que los beneficios del sector no se están traduciendo plenamente en una mayor accesibilidad a los servicios financieros para todos los segmentos de la población.

Según un análisis reciente del FMI (2024), el sector financiero de Mauritania enfrenta una intermediación ineficiente, con un bajo ratio de crédito al sector privado/PIB y altos niveles de préstamos no rentables. Los principales obstáculos incluyen la falta de confianza, la gobernanza deficiente y factores estructurales como la débil supervisión bancaria.

Para revertir esta situación, se requiere fortalecer la confianza en los bancos universales. Medidas clave para impulsar el desarrollo financiero incluyen:

• Fomentar bancos más grandes y estables.
• Incrementar las provisiones para préstamos.
• Promover una mayor capitalización bancaria.

Además, el sector financiero de Mauritania presenta un desarrollo inferior al de sus vecinos norteafricanos, limitando la inclusión y el crecimiento económico. Si bien las instituciones financieras están mejorando, los mercados financieros permanecen subdesarrollados. Para abordar esta situación, es fundamental validar los marcos existentes, reforzar la confianza del mercado y continuar implementando medidas para mejorar la inclusión financiera.